Rompen contra mis
sueños
cientos de olas.
Hace tiempo que mi
oscuridad apesta a sal
y que está estampada
de ojos insomnes.
Siguen asustándome
unos peces que parecen cambiar de color:
cuanto más los miró
más se camuflan
cuanto más escribo
más cerca creo estar
de pescarlos,
pero vuelvo a
defraudarme.
Mis letras canalizan
el agua
Intento atraparlos
o al menos
acariciarlos
Y acaban
arrancándome la mano de un bocado
y llevándosela,
al igual que mi
cordura,
al fondo de ese mar.
La escritura como terapia, dolorosa a ratos.
ResponderEliminarUn abrazo!