Estoy caída en la cama.
Soy y no
la mártir de Baudelaire
y la puta de cualquier pseudopoeta
que ansía malvender versos
por el beso de unas musas
que le asustan.
Estoy caída en la cama
y por mi mente concursan
mil pensamientos
hacia una meta que se aleja sutilmente
y a la que nunca llegan
miro alrededor y veo
una cárcel cotidiana
compuesta de barrotes
con los que me he flagelado
y un candado que yo misma
me encargo de cerrar.
Estoy caída en la cama.
Exahusta y
moribunda,
pero superviviente
de otra paliza sentimental
contra mi sombra
por mis muslos la sangre
aún ardiente
se desliza
tras haber nacido en la cascada
inspiradora de sus estrofas
que la confundían con la fuente
de la eterna
plenitud.
Estoy caída en la cama
y aún noto el tacto de unas manos
que me tratan con el odio más delicado,
que arañan un territorio
ya marcado,
que me agarran
un cuello
que ya se ha colgado de muchas nubes
y también siento
la caricia de una guadaña
que se desliza por mis labios,
que me invita al suburvial intercambio
del sufrir y el no sentir.
Estoy caída en la cama.
Y si no he cumplido horrores
es por concederte los honores
de matarme lentamente
y nutrirte de mi sangre
de ahora en adelante,
Un poema lleno de imágenes y sensaciones...
ResponderEliminarNo me canso de releerlo.
Me encanta esta parte:
"Estoy caída en la cama.
Exahusta y
moribunda,
pero superviviente
de otra paliza sentimental
contra mi sombra
por mis muslos la sangre
aún ardiente
se desliza
tras haber nacido en la cascada
inspiradora de sus estrofas
que la confundían con la fuente
de la eterna
plenitud. "
:)
Jo, muchísimas gracias.
ResponderEliminarGenial :) está en buena compañía.
ResponderEliminarUn beso!
no merecemos a ciertos verdugos
ResponderEliminarotras en cambio, celebramos el brotar sanguinolento cuando la muerte fue de veras pura poesía entregada